martes, septiembre 05, 2006

Subsaharianos navegan en cayucos



Llegan exhaustos, deshidratados, respiran con dificultad y precisan de ayuda para caminar. Les vemos siempre a través de las imágenes del telediario. Nosotros comemos con ellos pero ellos no comen con nosotros. Después de mirarles paupérrimos, agotados, asistimos a la polémica por su rechazo: en esta comunidad no los queremos y en esta tampoco, que es el mensaje que subyace a la palabrería enredadora cargada de menosprecio. Además de ponernos en su lugar, imaginando que somos nosotros quienes navegamos en esas barcas y el frío y el sol y el hambre y la tristeza que pasamos, deberíamos preguntarnos quiénes son, de dónde vienen, y por qué, en el preliminar de una búsqueda seria de soluciones alejada de la demagogia y el cainismo que tanto hartazgo causa en los ciudadanos/as.
Quiénes son. Eso lo vemos: son personas, seres humanos, unos más altos, otros más bajos, con la piel más oscura que la del europeo medio y con ganas, por lo que se atisba, de acceder a una vida mejor, con derechos y deberes, pero mejor de la que tenían.
De dónde vienen y por qué razón: Mali,Senegal, Mauritania, Níger, etcétera y todos con algo en común: la pobreza, la violencia, la desesperanza. Níger es el país con la población más empobrecida del mundo, ocupa el lugar 177 en al lista del PNUD (Programa de la ONU para el desarrollo) contando a su vez con grandes reservas de uranio así como petróleo en el norte, cultivos de mijo y sorgo, que es de lo que se sobrevive allí, y cacahuete que se dedica íntegro a la exportación. Pero del beneficio de sus recursos no son partícipes sus habitantes. El FMI (dirigido por un español) le impone rígidos programas de ajuste estructural, es decir privatizaciones de toda su industria y servicios, que son escasos; apenas hay electricidad, ir al médico cuesta 75 céntimos, por un parto hay que pagar 10 euros, y tienen en proyecto que los padres paguen a los maestros para que sus hijos acudan a la escuela y la privatización del riego de los campos. Esto después de la sequía que en 2005 asoló el país y el remate que fue la plaga de langosta que se comió toda la vegetación del reducido campo nigerino(15% de superficie cultivable). Níger es socio comercial de la UE, pero ésta fue indiferente a los llamados de las oenegés para combatir la plaga de langosta que se propagó por toda África occidental. Murieron de hambre miles de personas pero sus gobiernos continuaron pagando la deuda externa que les asfixia y que ha sido satisfecha con creces.
De Mali se puede decir casi lo mismo. Varía en sus recursos, que cuenta con algodón y oro. Pero no con las mismas condiciones de comercialización. En la fase final de negociaciones del mes de junio entre la UE y los países de la ACP (77 países de África, Caribe y Pacífico) para los acuerdos de asociación económica(AAE) a estos países se les presiona para que eliminen los aranceles a la importación, lo que supondría la inundación de productos de fuera, con los que ellos no pueden competir, siendo que sus cultivos como el algodón son destinados a la exportación pero pagados en Mali a 34 centavos el kilo, en Benin, Chad, Costa de Marfil y Burkina Faso a 33 centavos, y, claro, sin estar subvencionado como en EEUU, que aunque sea ilegal según la OMC y el desarrollo del libre mercado que propugna (cosa ya de por sí injusta e insolidaria) sí les deja en inferiores condiciones, puesto que mientras los productores algodoneros estadounidenses recibieron 1.000 millones de dólares en 2004 y 2005 los de África subsahariana perdieron 450 millones. El cambio a otro cultivo les sale más oneroso aún, lo intentaron en Burkina Faso con cereales y cayó el precio de los cereales con lo cual hubieron de abandonar igualmente.
En Senegal, más de lo mismo, desde que a comienzos de los 80 bajo la presión de Estados Unidos, Francia, el Banco Mundial y el FMI, el Gobierno aplicó los programas de ajuste estructural que conllevaron a la eliminación de los subsidios agrícolas provocando el aumento de los costos de producción y los precios al consumo, la pobreza se instaló definitivamente en este país, antiguo proveedor de esclavos, que ya en las décadas anteriores a los 80 y durante los veinte años de mandato de Senghor, a pesar del socialismo africano que promovió, la industria estaba en manos de Francia en un 82%.
Podemos seguir con Mauritania y los demás, pero la descripción es similar y lo que desgrana no es la culpabilidad de ellos por arriesgar su vida y venir en barcas sino de los gobiernos occidentales que en eso, sean del color que sean, se ponen de acuerdo o se callan y otorgan para seguir desangrando a África, su petróleo, su gas, su algodón, sus diamantes, su maní, su oro, su cacao, su hierro, su bauxita, sus habitantes en pequeñas dosis para que cultiven hortalizas en España bajo el plástico a temperaturas insufribles para que tengamos dieta mediterránea saludable como ellos deberían tener en sus países de origen.
Soluciones: un gran acuerdo para sacar las manos de África sin desestabilizar más aún su endeble equilibrio, para dejar de robarles, de saquear su riqueza y su dignidad, condonación completa de la deuda externa, reconocimiento verdadero de su independencia, de su soberanía, no venderles más armamento, no obligarles a comprar armas y caros productos innecesarios a cambio de una rebaja en tal o cual crédito.
Cuando desde el Partido Comunista decimos que estamos contra la explotación del hombre por el hombre nos referimos a eso, cuando hablamos de solidaridad entre pueblos y entre países hablamos de eso, cuando analizamos la injusticia social y el sufrimiento que provoca el capitalismo y el imperialismo lo concretamos en todo eso. Los subsaharianos que vienen en cayucos son sólo una parte, otros aterrizan en aeropuertos y otros entran en coches o autobuses, pero tarde o temprano tenía que suceder y el futuro no es halagüeño para nadie: vendrán muchos más de una u otra forma, las personas no aguantamos eternamente la sinrazón del beneficio económico de unos a costa de la vida de otros.